Existe una formula muy interesante en las estructuras políticas de este país que son los asesores. Su objetivo es que el político, para poder tomar las mejores decisiones en temas concretos, tenga a alguien con conocimiento específico en ese área para aclararle y simplificarle el entendimiento del problema. Un político, al fin y al cabo, es un gestor que visualiza el problema en su conjunto y toma decisiones de donde poner el esfuerzo y el dinero.
Es bueno que el político que contrata a estos asesores los pueda seleccionar personalmente, la llamada «dedocracia»… pero solo si es para funciones de asesoría. No queremos funcionarios encubiertos, realizando tareas administrativas, y mucho menos gente que cobra un sueldo por no desempeñar ningún trabajo. Cuando se contrata a un asesor para realizar tareas administrativas se está haciendo un fraude a la ley, o al espíritu de la ley que lo permite. Cuando se contrata a alguien para pagarle sin exigirle unos resultados productivos, estamos despilfarrando el dinero de los contribuyentes.
Sobre esto hizo un interesante reportaje Salvados: Dedocracia.
Los asesores deben ser expertos en áreas, realizando informes, siendo consultados por comisiones. Estos asesores deben estar a disposición de todos los miembros del órgano (tanto en el gobierno como en la oposición). Haciendo así que las decisiones de los políticos sean lo mas ajustadas a la realidad, y así se cometan el mínimo de errores y de decisiones incongruentes, injusticables.
Foto: «Obama edits speech announcing KORUS FTA» by The White House – http://www.flickr.com/photos/whitehouse/5307631402/. Licensed under Public domain via Wikimedia Commons.
Un asesor debe ser un funcionario. Es la única forma de garantizar que sus decisiones serán en beneficio de la administración y no de quien le nombra.